La visita vale la pena solo por la belleza de la flora que alberga.
Es el cementerio no católico más antiguo del país. Creado en 1831, surge para dar una sepultura digna a los no católicos que muriesen en suelo español, ya que los cementerios eran santificados a la fe católica y no podían albergar cadáveres de personas que no profesaran dicha religión, por lo que los cuerpos eran llevados a la playa y enterrados en la orilla, dejándolos a merced de las olas y los perros.